martes, 6 de noviembre de 2007

De las tomas de posesión.

¿Cuándo somos conscientes de poseer?.
¿Se tomará posesión en el momento en que el corazón reconoce el contacto?. ¿O será quizá el reconocimiento de la esencia cuando creamos poseer?.
¿Y quien posee? ¿es amo o esclavo de su posesión?
¿Cuál es el instante en que se es capaz de complicar la sencillez del mío?
¿Y si la posesión fuera sólo un estado poco lúcido de la realidad?.
¿Nos poseemos a nosotros mismos? ¿O sólo pasamos por la vida esperando a que otros nos posean?.

Es cierto que sólo se posee cuando se ama, pero ¿es necesario acaso que nos amen igualmente? ¿o a pesar del desamor seguimos sintiéndonos poseedores y poseídos?.

Siempre seremos capaces de desprendernos de nuestras más amadas posesiones y por ello, merecemos igualmente la crueldad del abandono.

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jueves, 25 de octubre de 2007

Un poco más













Tatúame, como me prometiste,
un millón de tequieros en el lado izquierdo del paladar.

Cárgame en la cuenta del debe
los saltos al vacío de los que prescindí por estar en tus brazos.

Paséate desnudo por mi lengua
y acaricia el sabor a canela de mis labios.

Sumérgeme en tus ojos
y deja que me ahogue en tus pupilas de miel.

Dibújame en el cuerpo
tus versos más amargos y los más transparentes.

Léeme al oído
los cuentos que susurra el viento a la luna
para enamorarla.

Consigue que se erice
hasta el más lejano rincón de mi alma.

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jueves, 11 de octubre de 2007

No hay

No, no hay condiciones, no puede haberlas
porque si no me encuentro te miro a los ojos
y me disuelvo y me enredo en tus pestañas.

No, no hay dudas, no puede haberlas
porque si tengo miedo lo pierdo recorriendo la distancia
que separa tus brazos de los míos.

No, no hay temores, no puede haberlos
porque la boca me sabe a tu saliva
y me calma la sed y las nostalgias.

No, no hay reproches, no puede haberlos
Porque solo necesito la sangre de tus venas
Para que siga acompasándose un latido en mi pecho.

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viernes, 28 de septiembre de 2007

Alegría

He compartido con vosotros mi miedo y ahora quiero compartir mi alegría.

Y mi alegría hoy es una sonrisa con larguísimas pestañas, que pasa por fin sus últimos días de prisión hospitalaria, después de vivir perdida en un laberinto de tubos y lágrimas.
A ella, que algún día será una hermosa mujer, inteligente y feliz, le deseo que nunca más tenga miedo.

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miércoles, 19 de septiembre de 2007

Más miedo


Pero hay otro miedo, el más visceral de todos. El miedo al dolor ajeno, al dolor de alguien a quien amas. El miedo a convertirte en un ser impotente a ese dolor, a estar cerca y no poder hacerlo desaparecer. Así, cuando se siente, te deja impregnado de un aroma amargo, el aroma del miedo a perder.

Ves el dolor en el rostro de un niño y es entonces cuando la vida empieza no tener demasiado sentido.

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miércoles, 12 de septiembre de 2007

Miedos

Hoy tengo miedo.
Miedo a mirarme por dentro y descubrir que no soy quien creo.
Miedo a perder la batalla sin haber disparado ni una sola razón.
Miedo a tener que mentirme para reconocer una sola verdad.
Miedo a mirarme las manos y verlas vacías de caricias que regalar.
Miedo a que la vida me empuje a una espiral de la que no sepa salir.
Miedo a preferir el silencio, a no tener nada más que decir
Miedo a sentir frío y no encontrar el calor de tus ojos.
Y siempre miedo a pasarme la vida sintiendo miedo.

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domingo, 2 de septiembre de 2007

Acantilados de Madeira

Él le recita versos al oído mientras un sol tibio acaricia su piel. Siente que el alma, localizada tal vez en el hueco que forma el estómago y el pecho se le encaja de nuevo.

Él le recita versos al oído y no puede hacer otra cosa que mirarle. Mirar esos ojos del color de la miel tostada.

Él le recita versos al oído y no hay mar, ni espuma, ni azul, ni cielo, ni sonido más hermoso. No hay brisa más tierna que su aliento convertido en palabras que se vuelven huracanes.

Él le recita versos al oído y renace de nuevo y saborea el calor de la sangre que estalla como volcanes enamorados.

El mar, es un verso con sabor a sal. Sus versos, el chillar de las olas contra el acantilado.

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lunes, 13 de agosto de 2007

Terremotos (para la bella Violeta)

Estaba en la parada del autobús cuando notó la sacudida del terremoto. Le miraba, como siempre y por un momento, sólo por un momento, pensó que todo lo que temblaba alrededor era el reflejo de la fuerza con la que su corazón latía cada vez que le miraba a los ojos.
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Los animales son increíbles pensó. No se habría dado ni cuenta si no fuera porque Flecha aulló y le miró como angustiada. El temblor fue tan ligero que nadie a su alrededor dejó de hacer lo que hacía en ese momento, pasear, hablar, o como él acompañar a su perra en su paseo matutino lento y dificultoso.
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Los domingos de Agosto siempre son tediosos y solitarios. La gente que queda por Madrid no baja a las diez de la mañana a comprar el periódico, no. Bajan a la una, camino de una terraza en la que tomar el aperitivo. Y lo leen allí mientras saborean la cerveza. Él pone la radio y espera paciente a que llegue esa hora con sabor a aceituna. ¿Un terremoto aquí en Madrid?. –se dice mientras escucha la noticia- Vamos no me jodas, si yo no he notado nada.
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Han temblado un poco las rayas de los azulejos, como si quisieran escapar a una nueva limpieza, otra nueva limpieza. Eso ha sido un terremoto –piensa mientras oye a los vecinos en la corredera-. Ojalá se les haya caído el techo encima –remata-. Y por un momento imagina la cara de su exmarido aplastada contra la tarima de ese piso que comparte con la zorra. Y sonríe en una mueca extraña.
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Cuando pasa el camión de la basura, cuando alguien grita mucho a su lado, cuando la policía la saca de la oscuridad de sus cartones, cuando dos niñatos la tiran al suelo y la llaman negra de mierda escupiéndola a la cara, cuando hace tanto frío que tirita casi convulsionando, cuando le arrancaron de los brazos a su hijo partiéndola el alma. Eso sí es un terremoto.
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La boca le sabe al semen del último cliente y a esas horas sólo siente un asco infinito. Saber que su hija la espera aun dormida y que puede por un momento oler su pelo y verla abrir los ojos y sonreír como solo es capaz de sonreír una niña feliz, saber eso es lo único que la impide morir de asco, de desesperanza. La ciudad entera ha temblado a sus pies mientras el último cliente se vaciaba sobre sus labios, esos que poco después evitarán besar la piel suave de una niña feliz.

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martes, 24 de julio de 2007

"Cuando siento piedra"



Cierra los ojos, no del todo, suavemente, dejando que la luz del sol entre a pesar de los párpados, permitiendo que el calor vaya resbalando desde allí hasta llegar a la punta de sus pies. El ritual siempre es el mismo, el final el esperado: dejarse abrazar por lo que le rodea. La luz, el calor del sol, la piedra.


Se tumba en una lancha de aquella garganta, una piedra grande y suave a la que su cuerpo poco a poco con el tiempo se ha ido adaptando, creciendo hasta completarla. Descansa en la dureza de su regazo desde cuando siendo un niño le costaba llegar hasta ella sin mojarse los pies. Conoce cada herida que el agua con su paso ha dejado en la suavidad de su piel de piedra. Y la acaricia, la acaricia con la yema de los dedos con el torso de sus brazos, con los labios. La acaricia hasta sentir su frío pétreo, el alma plácida de la piedra.


Escucha el sonido del agua que discurre garganta abajo como una melodía inacabada, cambiante a veces según los obstáculos que se crucen en el camino. Escucha el chasquido de las ramas que luchan por atravesar alguna estrechez, empujadas por la corriente. Los sonidos son más nítidos allí a pesar de sentirlos sólo como un eco constante. La percepción del roce del agua en la suavidad de la piedra, consigue a veces hacerle llorar.


El olor del cerezo y el helecho embriaga su saliva y la espesa hasta conseguir saborear el aroma de tanta naturaleza, una mezcla perfecta que impregna su ropa, su piel, que le endulza la lengua como si lamiera la miel que le ofrece la jara.


El agua siempre baja gélida, transparente. La acaricia con la punta de los dedos y nota como escapa después de un pellizco helador.


Y consigue dejar de sentirse, dejar de pensar, consigue dejar de ser. Consigue hacerse invisible y mezclarse con un mundo tan cercano y al mismo tiempo tan distante. La piedra le abraza hasta que por un momento cree convertirse en parte de ella.


Después, siempre espera el momento de volver.

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lunes, 9 de julio de 2007

Mensajes


Mensajes escritos en cualquier pantalla, en cualquier papel.
Mensajes que me despiertan cada mañana y me regalan un nuevo día y lo ponen a mis pies envuelto en papel de celofán y lazo rojo.
Mensajes que suavizan cada poro de mi piel con una caricia, lejana pero certera.
Mensajes que bioritman mi corazón y lo paran a veces un segundo eterno.
Mensajes que me hacen subir y subir y subir.
Mensajes que me abrazan, que me escuchan, que me aman, que me poeman.
Mensajes de amor que se diluyen en mi boca como caramelos.

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jueves, 28 de junio de 2007

Cremalleras

Carlos propuso hace unos días escribir algo que tuviera que ver con las cremalleras. Yo siempre he pensado que la cremallera es uno de los elementos más eróticos que hay.
Sueño con tus manos, bajando la cremallera de mi vestido. Sueño que se resiste a ceder a tus dedos ansiosos. Sueño que el sudor resbala por mi espalda sobre esas manos que luchan por liberarme como un paladín en defensa de su amada. Sueño que mis pezones susurran tu nombre y se alzan intentando mirarte a los ojos. Sueño que mis muslos tiemblan anhelantes por tu cercanía. Sueño que tu aliento empapa mi cuello y acelera mi corazón que se escapa hacia tus brazos. Sueño que me hago agua que reposa cerca de la comisura de tus labios.
Sueño que no existe un solo poro de mi piel que no bendiga esa cremallera que no quiere bajar.

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jueves, 21 de junio de 2007

Poema de amor (y qué)


He esperado a pintar de rojo las uñas de mis pies.
He restado importancia a que el día no acompañe.
He dejado que el agua se lleve las caricias caducas.
He reflejado en el espejo mi sonrisa más fiel.
He confundido a mis miedos y los he hecho deseos.
He temido encontrarte y no saber qué decir.
He decidido cerrar los ojos y sentir el calor de tus labios.
He dejado el camino y me atajo hasta ti.
He improvisado un poema de amor.

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martes, 19 de junio de 2007

Vehículo de huida

Hay momentos en la vida en los que perderse no significa necesariamente dejar de encontrarse, ni saltar desde el filo del precipicio significa caer.

Hay momentos en los que no se quiere ser el Amor de la vida de nadie, tan sólo el vehículo de huida.

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jueves, 14 de junio de 2007

La mirada más triste del mundo

(Cuando Leo me preguntó si yo escribía poesía, le dije que no. Sin embargo aunque no en la forma, sí quiero pensar que lo que escribo es algo así como poesía)

Era un día de esos en los que sin saber por qué necesitas un refugio, cualquier refugio. El abrigo de cualquier lugar.
Había llovido toda la noche y el aire olía a humedad, a asfalto mojado. La primavera tiene esos momentos.
Tenía los ojos tristes, muy tristes y daba vueltas al café una y otra vez sin dejar de mirarlo. Los ojos más tristes del mundo, pensé.
Podía verla acodada en la mesa, girando interminable una cucharilla entre sus dedos. Tenía el pelo del color de la canela y los ojos tan tristes. A veces paraba su tiovivo de azúcar y miraba sus manos desolada, como quien mira algo que en cualquier momento perderá para siempre. Y esos ojos tan tristes, tan negros y tan tristes.
La cuchara sobrevive un segundo al torbellino que hay dentro de la taza y de nuevo se ahoga en sus profundidades. Pasa un minuto o dos y vuelve a su vals incansable. Mientras, ella entreabre los labios como para decirse algo y los cierra de nuevo. Cómo alguien puede tener tanta tristeza acumulada en los ojos, tan negros, tan profundos.
Me gustaría acercarme y preguntarle por sus ojos, por sus manos, pero no me atrevo, tengo miedo de que me atrape con su tristeza y me envuelva en el girar perpetuo de su café. Aun así, no puedo dejar de mirarla. No puedo fingir que no veo su tristeza resbalando por su ojos.
Cuando alza la vista del baile de café, mira más allá de la pared que tiene enfrente, mucho más allá. Lleva un pañuelo rojo abrazado a su cuello. A veces lo toca con ternura, lo acaricia. El rojo contrasta con la negrura del manto de pestañas que parpadean lentas, abrigando la tristeza de sus ojos.
Se levanta arrastrando la silla que emite un chillido de dolor agudo. Sobre la mesa queda una taza llena de café frío que gira aun en su penúltima vuelta. Pasa delante de mí como una sombra sin rozar siquiera el frío mármol de mi mesa. Puedo ver sus ojos más de cerca y no hay nada más triste.
Ya en la puerta, se cruza con un niño que entra de la mano de su madre y la mira, callado, interrogante. Probablemente piense que tiene los ojos más tristes del mundo, pero en ese momento ella sonríe y su sonrisa es dulce y limpia como una sonata.

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martes, 29 de mayo de 2007

Promesas

La magia de todo esto es que hoy puedo ser amada y mañana amante. Un pirata, un asesino en serie o la voz de una conciencia.

Me ha prometido una bonita historia y yo le creo. A cambio le regalo la música de mi respiración junto a su oído y el sabor de mi piel. Será una historia bella, seguro, en la que se perciba el olor de la tierra mojada. A cambio derramaré mi cuerpo sobre el suyo, hasta diluirme en él y él en mí. Perderme en su mirada es todo lo que deseo. Me ha prometido una bonita historia que espero impaciente.

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lunes, 28 de mayo de 2007

Las incomodidades del amor

He mantenido una conversación conmigo misma, y mi interlocutora -que soy yo- me dispara argumentos que se clavan justo donde deben: en el centro del corazón. Qué puntería.
El estado emocional al que te arrastra eso que llaman amor es, en el mejor de los casos, puro espejismo. Una soga blanca que te ata a la locura, a la sinrazón. Sin antídoto, ni terapia posible, nadamos contracorriente aun a sabiendas que siempre acabamos ahogándonos. Si hay porque hay, si no, porque tal vez me gustaría.
Mi lado mas oscuro confirma que se trata tan solo de un cuerpo que desea. Y mi otro lado, que no deja de ser eso, oscuridad, me rebate el argumento y me deja desnuda.
¿Y el vacío? ¿y el frío?. Me pregunto. Y la respuesta es fácil ¿Y el calor de otro cuerpo?. ¿y el susurro de una respiración?.
El amor es eso que a veces nos crece enganchado en el pezón izquierdo del alma. En momentos el más dulce de los amantes, en momentos el mas traidor de los amigos.
Decido dejarme llevar por el deseo, es más honesto. Me visto de anti-amor y salgo a que el aire me revuelva el pelo.

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Una canción

Este fin de semana me he enamorado. Creo que es amor porque me pone triste y a la vez alegre. Porque no puedo quitármelo de la cabeza. Sí me he enamorado de una canción y con ayuda de José Naveiras, la comparto con vosotros. Según parece, si pincháis en esto podréis descargarla:
http://www.podomatic.com/media/listen/carlos_varela_-_man_on_fire_soundtrack_-_una_palabra.mp3

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martes, 22 de mayo de 2007

CHELE

Anoche soñé con mi hermano. Me pasa a veces. No sé cuál es el detonante, pero si estoy nerviosa por algo o tengo mucho trabajo o en definitiva la vida se me pone un poco de punta, sueño con él. El sueño no es siempre el mismo, aunque el fondo del asunto sí. Sueño que estoy en un lugar -da igual dónde- nunca es el mismo sitio, y aparece mi hermano que tiene veinticuatro años, los mismos que tenía, y quiero pegarle y chillarle y pedirle explicaciones, pero él me sonríe y ya solo tengo ganas de llorar. Lo peor del sueño es que la gente que hay a mi alrededor no da importancia a su presencia. Y yo les grito que si no se dan cuenta de que él está allí. Es como si yo fuera la única persona consciente de que mi hermano lleva muerto casi catorce años. Y me duele el tiempo perdido.

Mi hermano era dos años menor que yo. Todo el mundo le llamaba Chele, él mismo se llamaba Chele. No tengo ni idea de quién le puso ese apodo, creo que mi padre. Pero siempre se llamó Chele. Era un tipo peculiar. Hasta pasar la adolescencia, era un personaje débil y delicado. En el colegio no jugaba con los chicos porque eran muy brutos y si había problemas corría a pedir ayuda a mi otro hermano -tres años menor-. Siempre fue un madrero, su mamá le mimaba mucho más que las mamás de los otros niño a los otros niños. En eso no había discusión. Si le preguntabas que qué quería ser de mayor, él siempre contestaba que soltero. Un cachondo.

Cuando pasó la adolescencia, consideró que eso de ser soltero, era su vocación, y lo convirtió en su filosofía. Aun hoy no puedo imaginar qué su vida hubiera cambiado tanto como para pensarlo casado y con hijos. No sé, la vida -si se deja- da muchas vueltas, pero sería iluso creer que mi hermano tenía aspiraciones familiares (mi madre sí lo imagina así, pero era su madre). Tenía esa poca vergüenza de los que pasan por la vida como flotando en altibajos perpetuos. Ahora lo tengo todo, ahora no tengo nada. Y yo, su hermana mayor, pretendiendo siempre apaciguar en férreo control todas sus inquietudes, porque siempre tuve la sensación de que en cualquier momento se convertiría en ladrón de guante blanco, chulo de putas caras o vendedor de almas.

Su gran pasión eran los coches, las motos, la velocidad. Un año antes, un amigo común se mató con una moto, se quedó abrazado para siempre a un puto quitamiedos. Y mi madre se pasó meses llorando cada vez que en la calle se escuchaba la música de los 1.000 caballitos de la moto de mi hermano. Ahora entiende que de nada sirvió que se deshiciera que aquella colosal Honda, el destino está ahí y no hay madre que lo cambie.

Aquel día llovía, llovía mucho. Entonces mi hermano se ganaba la vida en una empresa de compra-venta de coches. Su trabajo consistía entre otras cosas, en probar los coches que posteriormente, con su beneplácito, eran comprados por la empresa para después venderlos. Volvía de Altea, donde fue a recoger uno de esos coches y que era uno de sus lugares favoritos, tal vez y entre otras cosas porque allí vivía una preciosa rubia a la que visitaba a menudo. Sé que amaba los coches, sé que era capaz de conducirlos mucho mejor que cualquiera, sé que si le hubieran preguntado hubiera dicho que aquella fue una buena muerte, aunque demasiado pronto.

No quiero pensar como sintió ese segundo antes, mientras el coche surfeaba sobre la curva y quedaba patas arriba en la mediana de la carretera de Valencia. Fue un segundo, pero no quiero pensarlo. Tampoco quiero recordar la llamada de la Guardia Civil, ni el momento de ir a reconocer su cuerpo, ni cuando escuché el grito de mi madre al bajar del coche que imaginó la llevaría a un hospital y no a un tanatorio, ni cuando mentí a mi hija para no decirla que hubo ese segundo en el que no quiero pensar. De todo eso no voy a acordarme.

Menudo pedazo de cabrón. Durante las horas que estuvo en el tanatorio exhibiendo su media sonrisa, aparecieron tres mujeres (de distintas edades) reivindicando su estatus de viuda llorosa. Que hijo de puta, me pasé horas intentando que aquello no acabara en batalla campal, mientras él seguía allí resguardado detrás del cristal. Así que cuando sueño con él, creo que es para soltar toda la adrenalina que pueda tener acumulada. No puedo perdonarle. No puedo perdonar que no se quedara un rato más para compartir con nosotros tantas cosas.

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viernes, 18 de mayo de 2007

PERSONAJES

SEÑORA ABANDONADA

“Zorra”- dice muy bajito.
La rubia sentada a su derecha se asusta sin atreverse a levantar los ojos del libro que está leyendo. Es un libro en inglés con el que lleva mucho tiempo porque casi no lo entiende, pero eso le da margen a que mientras intenta encontrar la traducción de una palabra concreta, pueda observar todo lo que le rodea.
La de la izquierda no la ha escuchado, es una chica de poca chicha, lamida en espuma extrafuerte y decorada con aros y cadenas de oropel. Está absorta oyendo su MP3, en el que ayer su amiga Sandra le cargó 1Gb de “reguetón del bueno“ y que hay que escuchar a volumen considerable, por eso de apreciar los matices.
“Zorra”- dice un poco más alto.
La rubia está calculando las paradas que le quedan, si pudiera saldría corriendo, los enfrentamientos no le gustan nada e intuye que en cualquier momento va a ocurrir algo.
“Todas sois iguales. Zorras”
La voz que emite las palabras es cada vez más dura, más despectiva, con más rabia. La mujer que las pronuncia no es más alta que una niña un poco crecida. Parece y es, una señora venida a menos por el camino rápido. Hace mucho que no se arregla las uñas que se intuyen en otro tiempo perfectas y las mechas de su pelo son una mezcla de colores y raíces canas. En su gesto agrio se percibe que está a un punto del colapso emocional, parece como si llevara mucho tiempo conteniendo el llanto y esté se hubiera podrido en su interior exhalando por cada poro un vaho corrompido.

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jueves, 17 de mayo de 2007

Personajes

DESDE HACE MUCHO TIEMPO Y HASTA QUE CONOCEROS A “VOSOTROS” ME IMPULSO A SEPARARME UN POCO DE “ELLOS”, MI VIDA LITERARIA GIRABA EN TORNO A SEIS PERSONAJES. SON PERSONAS REALES QUE EN ALGUN MOMENTO SE HAN CRUZADO POR MI CAMPO VISUAL Y POR UN DETALLE, POR UNA MANERA DE ACTUAR, HAN LLAMADO MI ATENCIÓN. ALGUNOS ESTÁN CREADOS DE UNA MEZCLA DE DOS PERSONAS REALES. SI LO PIENSO ES COMO TENER MÚLTIPLES PERSONALIDADES. ASÍ QUE SI ME LO PERMITÍS Y PARA NO SEGUIR SINTIÉNDOME CULPABLE POR ABANDONARLES, IRE CONTANDO ALGO SOBRE ELLOS. SUS HISTORIAS SON HISTORIAS INACABADAS, PORQUE LA VIDA, MIENTRAS SE VIVE ES ESO, UNA HISTORIA INACABADA.


“Viejo con Perro”

Desde hace tiempo Don Fernando baja a la calle ya solo una vez. Antes lo hacía dos: una, hacia las nueve de la mañana y otra, hacia las ocho de la tarde, con esa puntualidad rallante en lo absurdo. Paseaba durante treinta minutos a Flecha y volvía a subir a casa , para tirarse juntos, uno sobre el sillón de orejas y la otra justo a su lado, a sus pies.
Ahora solo baja una vez por la mañana al bulevar del Paseo de Recoletos. No es igual que el Retiro, pero hace ya tiempo que ni a Flecha ni a él les llama la atención la aventura de subir por la Calle de Alcalá.
Hace ya unos años que Don Fernando pasó de los ochenta, pero no ha perdido ni una pizca de esa mala baba que él califica de rectitud y los demás de soberbia. Nunca fue muy alto, pero con el tiempo ha ido empequeñeciendo aunque intente disimularlo con altanería, con esa marcialidad con la que pasea a Flecha, o con la que parado junto al césped espera paciente -aunque basculando del lado que el último derrame le dejó muerto- a que la perra huela sus propios orines y los de otros que pasean por allí.
Si le preguntas, Don Fernando te dirá que vive sólo, bueno con Flecha, pero no es así. En la misma casa aunque separados por un eterno pasillo, duerme Paca, “la chica”, una señora de más de sesenta años que le hace de madre, cocinera y enfermera.
Paca entró en la casa una tarde de junio de hace casi cuarenta años, de luto riguroso, recién llegada a Madrid de un pueblo de Badajoz, convencida de que después de enviudar aquel era su mejor destino. Y allí se quedó y allí seguía junto a Don Fernando a quien soportaba a duras penas, con la abnegación servil de quien no espera nada más.

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viernes, 11 de mayo de 2007


El espacio que queda por cubrir, debería estar lleno de pequeños trocitos de alegrías, pequeños como para poder recogerlos uno a uno e intensos como para dejarnos sus colores en las palmas de las manos.
Cada mañana de tristeza debería estar compensada con una noche de pasión, de esas con posibilidad de continuación al desayuno.
Cada lágrima de dolor debería ahogarse siempre en un mar de saliva de placer.
Para un “no te soporto” quizá, un “quédate conmigo”.
Y si es posible, para cada recuerdo que escueza, un soplido de aliento y un “curasana culito de rana”.
Si es con el peso del alma con el que no podemos, tal vez ¿si me ayudas con un asa?.
Y si por mucho que corras no llegas a ningún sitio, planta macetas a tu alrededor y crea tu hogar aquí mismo.

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lunes, 7 de mayo de 2007

Achupé


Sí soy yo y sí es en blanco y negro (sin comentarios).
Últimamente -entre escrito al Juzgado y declaración de la renta- estoy empeñada en terminar unas cosillas que tengo pendientes (de ello tiene la culpa Escandar y José Naveiras) y no puedo descentrar mi ya dolorido cerebro, pero no puedo consentir que critiquéis mi falta de actualización.
A Patty no le gusta que cuente cosas sobre ella, así que os cuento algo sobre mí. Es que son las dos vidas que mejor me sé, lo siento.


En esa foto yo tendría unos seis o siete años y estaba en el patio de la casa de mis abuelos, en un pueblo de Huelva. Allí he pasado muchos veranos de mi infancia, la mayor parte de ellos yo sola, es decir sin mis padres, ni mis hermanos. Para mí estar allí era como estar en el paraíso por muchas razones: por el amor y los mimos de mi abuela a la que aun ahora echo de menos y que murió días antes de nacer Patty ¡cuánto hubiera dado porque se conocieran!; porque no tenía que soportar a mis dos hermanos (luego fueron tres); por el patio en sí, que era como un parque para mi sola, con un pozo del que se podía sacar agua y más agua con la que jugar y que tenía un enorme naranjo/limonero (esto es porque mi abuelo que era un “inventos”, le dio por injertar un limonero en el naranjo de toda la vida y la verdad le salió bien el injerto aunque las naranjas se volvieron amargas y los limones estaban dulces), a la hora de la siesta (en Andalucía no hay mas remedio que entrar en un semicoma a esas horas), yo jugaba a los pies del árbol que de vez en cuanto dejaba caer alguno de sus frutos sobre la cabeza del que estuviera debajo.

Con la visión de las cosas que da los años creo que gran parte de mi felicidad allí era porque estaba sola, jugaba sola, pensaba. Recuerdo a mi abuela preguntándome ¿qué haces?, y yo contestando que estaba pensando, ahora me río. No me recuerdo como una niña solitaria, ni mucho menos triste, tenía muchos amigos, pero me sentía bien estando sola, me gustaba ser autosuficiente hasta en los pensamientos. El rincón del que disponía en mi habitación -compartida con dos hermanos- era una especie de mesilla con tres cajones. Aquel era mi mundo y abrir cada cajón y ver ordenadas todas mis posesiones, mi victoria. Ahora me parece que rozaba lo obsesivo, pero es que no tenía nada más. Era feliz pensando que tenía un bolígrafo de color azul y otro de color rojo. Mi madre dice que siempre me recuerda con un lapicero en la mano.

No sé, tal vez me gustara la soledad porque nunca me gustó mandar, pero tampoco que me mandasen y los juegos infantiles no son más que eso, alguien que mueve una cuerda y alguien que salta a la comba.

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miércoles, 18 de abril de 2007

Gente

Por ser gente, acostumbro a ir con gente y sin socavar la serenidad de lo común, contemplo la diversidad de una especie que a veces que asombra y a veces, me asusta.

Hay gente que recorre el camino sin ninguna meta y gente que sacrifica su espacio por un segundo de paz. Hay gente que recoge lo que otros han sembrado en su camino y gente que espera paciente a la vuelta de cualquier esquina. Hay gente que arrebata el pensamiento de venganzas, pero no son capaces de llenarlo de poemas y gente que malvive el momento para vivir más, aunque no mejor. Hay gente que descubre el miedo en el embozo de su almohada y gente que abandona el refugio y se arriesga a ratos en la batalla. Hay gente que descubre que amor es algo más que una palabra de cinco letras que empieza por “a” y que acaba, casi siempre mal y gente que renuncia a todo para no tener que decir que si...... o que no. Hay gente que necesita echar de menos para serenar la confusión del alma y gente que pasa por sus errores sin demasiadas salpicaduras. Hay gente que siente la necesidad imperiosa de reordenar una y otra vez su propia vida y gente que por fin comprende que el tiempo es un título sin posibilidad de estimación económica. Hay gente que mira a los ojos a quien tiene más cerca para poder observar su propio dolor y gente que daría la vida por ti pero no te la regalaría para darle un mal uso. Hay gente para la que cualquier grano de arena es una piedra en el zapato y gente que en el aroma de cualquier mujer reconoce la primavera. Hay gente que acomoda su cuerpo al espacio necesario para que quepa otro cuerpo y gente que sabe que siempre existirá la posibilidad.

Por ser gente, acostumbro a ir con gente que va y viene y se queda.

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lunes, 16 de abril de 2007


Terminología dibujística a color

Nuestros “Pintureros” o “Pintureadores”, deformados profesionalmente como todo idem que se precie, les pienso por ejemplo: la cocina en sección oblicua, alineada al amarillo del colacao y porqué no, un salón cuyo alzado en claroscuro acote el televisor en el mismísimo punto de fuga. La habitación del fondo, esa de pigmentos asalmonados que tanto ha dado que hablar, seguro es en sí misma un lienzo en el que pintar al agua tinta una arruga o dos de esas que tanto nos sobran a algunos y que Daviz colecciona. De la de más allá, de la del segundo “Coloreador” no tenemos constancia, ni de proporción, ni de matiz, pero sin duda tendrá una larga cabellera Igoriana color púrpura.

Habría que intentar unas cuantas secciones y cortes del plano tridimensional, para saber exactamente si se trata de un arquetipo de convivencia o es tan solo un boceto. Desde este segmento del plano, se les desea mañanas de dulce pastel azul, tardes de entretenido carboncillo y noches de Aguafuerte con los amigos.

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miércoles, 11 de abril de 2007

Helado de Limón


Me gusta el sabor amargo del helado de limón
Aunque no me gusta lamerme las amarguras.

Me gusta mirarte a los ojos y adivinarles el color del día
Aunque no me gusta que me miren sin verme.

Me gusta escuchar el sonido del mar sobre las rocas
hasta deshacerlas a lametazos
Aunque no me gusta tener que oír pedir perdón.

Me gusta llenarte de saliva el alma si así dejan de escocerte las decepciones
Aunque no me gusta que me escupas tu rencor.

Me gusta jugar a seducirte y extender los brazos
Y utilizarte de edredón en las noches de invierno
Aunque no me gusta que me dejes los pies y el corazón fríos.

Me gusta esperar
Si esperar significa esperanza
Y no desesperación.

Me gusta saber que ni todo el monte es orégano
Ni seremos capaces nunca de criarlo en macetas

Me encanta sentir que la vida esta llena de sentidos
De sentimientos, de sinsentidos, de sensaciones.
Me encanta sentirme, sentirte, sentirnos.

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lunes, 9 de abril de 2007

Noticia aparecida en "El País" el 9 de Abril de 2027

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lunes, 2 de abril de 2007


Siempre quiso volar. Volar lejos. Volar alto. Volar.
Y vuela a cada paso, en cada sonrisa, en cada caricia, a cada beso.
Revoloteando palabras y susurros.
Volando sin bajar jamás la mirada, sin permiso, sin remordimiento.
Desnuda. Libre. Siempre libre en pleno vuelo.

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sábado, 31 de marzo de 2007

En un día cualquiera

Esto de estrenar tiene cosas buenas y cosas malas (como todo, imagino). En este caso, lo bueno es que dejo de ser un simple espectador de esta opereta y me mezclo, me regalo y me diluyo con y para vosotros. Lo malo ………, que entraré desnuda en esta espiral de palabras que habéis creado y a veces tendré frío. Espero que estéis para arroparme.

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