martes, 28 de octubre de 2008

Viajar con un poeta

Si viajas con un poeta, procura cachearle por dentro antes de iniciar el camino y mirar el doble fondo de su maleta. Que no guarde de manera subrepticia ningún verso debajo de la lengua. Sería aconsejable no dejar nunca a mano un lapicero, una barra de labios o una gota de sangre. Y es obvio que debe estar prohibido el blanco de las sábanas de hotel o los manteles vírgenes de trazos en restaurantes tranquilos. Es conveniente revisarle la yema de los dedos y el revés de los brazos y no dejar a mano un espejo o la arena de una playa vacía.
Cuando se viaja con un poeta, ninguna de todas estas precauciones podrá asegurarnos que no se nos desborden las palabras o no se nos escurran los silencios, ni que, en definitiva, recorramos un solo paso sin un verso pegado a las costillas.

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martes, 21 de octubre de 2008

Ella

Ella es lo que parece:

Ayer, una diosa flotando dentro de una burbuja blanca.
Una sonrisa anaranjada en la cara de un niño.
Un libro salpicado de palabras.

Después, la fuerza disfrazada de “amigos para siempre”
La rabia envuelta en papel celofán e incertidumbre
La distancia cercana de un adios pegado en las paredes.

Ahora, la libertad en su estado más puro
El rubio de su pelo bailando con el viento
Todas las melodías que caben en una caracola.

Ella es justo lo que parece,

Siempre mi alma
Mi estructura, mi fuerza, mi templanza.
Mi diosa flotando dentro de una burbuja blanca.

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