jueves, 28 de mayo de 2009

IMÁGENES

Imágenes (7)

Huele a tierra mojada. Absolutamente todo, huele a tierra mojada. Es el olor a vida, a naturaleza en su estado más primitivo. Un olor solo suavizado por el aroma dulce de las higueras y las uvas maduras.

Es de noche, aunque allí nunca es noche del todo. Hay un millón de estrellas en un cielo limpio, inmenso. Un espectáculo de oscuridad y luz que abraza la montaña y vigila los riscos y los mil manantiales. El verano en la montaña es otro verano distinto.
A la izquierda, un perro grande dormita con los ojos medio abiertos mientras una mano se posa en su enorme cabeza. El vaivén de su respiración impulsa una caricia lenta, acompasada.
Se oyen crujidos, aleteos y un poco más allá agua que escapa. El resto es todo silencio. El tiempo queda suspendido, acomodado entre las jaras y los helechos. No hay nada más allá. Lo que no puede verse, es solo espesura, masa oscura y cerrada.
A la derecha una mano anexa a otro cuerpo cuelga relajada. Es imperceptible el momento en que ambas manos se rozan, se descubren cerca. Se escucha ese silencio como si se oyera una melodía. Se disfruta dejándose mecer por una brisa suave, como un soplido sin fuerza que acaricia por segundos las hojas de cada árbol. Una brisa leve con olor a tierra mojada.

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