martes, 22 de mayo de 2007

CHELE

Anoche soñé con mi hermano. Me pasa a veces. No sé cuál es el detonante, pero si estoy nerviosa por algo o tengo mucho trabajo o en definitiva la vida se me pone un poco de punta, sueño con él. El sueño no es siempre el mismo, aunque el fondo del asunto sí. Sueño que estoy en un lugar -da igual dónde- nunca es el mismo sitio, y aparece mi hermano que tiene veinticuatro años, los mismos que tenía, y quiero pegarle y chillarle y pedirle explicaciones, pero él me sonríe y ya solo tengo ganas de llorar. Lo peor del sueño es que la gente que hay a mi alrededor no da importancia a su presencia. Y yo les grito que si no se dan cuenta de que él está allí. Es como si yo fuera la única persona consciente de que mi hermano lleva muerto casi catorce años. Y me duele el tiempo perdido.

Mi hermano era dos años menor que yo. Todo el mundo le llamaba Chele, él mismo se llamaba Chele. No tengo ni idea de quién le puso ese apodo, creo que mi padre. Pero siempre se llamó Chele. Era un tipo peculiar. Hasta pasar la adolescencia, era un personaje débil y delicado. En el colegio no jugaba con los chicos porque eran muy brutos y si había problemas corría a pedir ayuda a mi otro hermano -tres años menor-. Siempre fue un madrero, su mamá le mimaba mucho más que las mamás de los otros niño a los otros niños. En eso no había discusión. Si le preguntabas que qué quería ser de mayor, él siempre contestaba que soltero. Un cachondo.

Cuando pasó la adolescencia, consideró que eso de ser soltero, era su vocación, y lo convirtió en su filosofía. Aun hoy no puedo imaginar qué su vida hubiera cambiado tanto como para pensarlo casado y con hijos. No sé, la vida -si se deja- da muchas vueltas, pero sería iluso creer que mi hermano tenía aspiraciones familiares (mi madre sí lo imagina así, pero era su madre). Tenía esa poca vergüenza de los que pasan por la vida como flotando en altibajos perpetuos. Ahora lo tengo todo, ahora no tengo nada. Y yo, su hermana mayor, pretendiendo siempre apaciguar en férreo control todas sus inquietudes, porque siempre tuve la sensación de que en cualquier momento se convertiría en ladrón de guante blanco, chulo de putas caras o vendedor de almas.

Su gran pasión eran los coches, las motos, la velocidad. Un año antes, un amigo común se mató con una moto, se quedó abrazado para siempre a un puto quitamiedos. Y mi madre se pasó meses llorando cada vez que en la calle se escuchaba la música de los 1.000 caballitos de la moto de mi hermano. Ahora entiende que de nada sirvió que se deshiciera que aquella colosal Honda, el destino está ahí y no hay madre que lo cambie.

Aquel día llovía, llovía mucho. Entonces mi hermano se ganaba la vida en una empresa de compra-venta de coches. Su trabajo consistía entre otras cosas, en probar los coches que posteriormente, con su beneplácito, eran comprados por la empresa para después venderlos. Volvía de Altea, donde fue a recoger uno de esos coches y que era uno de sus lugares favoritos, tal vez y entre otras cosas porque allí vivía una preciosa rubia a la que visitaba a menudo. Sé que amaba los coches, sé que era capaz de conducirlos mucho mejor que cualquiera, sé que si le hubieran preguntado hubiera dicho que aquella fue una buena muerte, aunque demasiado pronto.

No quiero pensar como sintió ese segundo antes, mientras el coche surfeaba sobre la curva y quedaba patas arriba en la mediana de la carretera de Valencia. Fue un segundo, pero no quiero pensarlo. Tampoco quiero recordar la llamada de la Guardia Civil, ni el momento de ir a reconocer su cuerpo, ni cuando escuché el grito de mi madre al bajar del coche que imaginó la llevaría a un hospital y no a un tanatorio, ni cuando mentí a mi hija para no decirla que hubo ese segundo en el que no quiero pensar. De todo eso no voy a acordarme.

Menudo pedazo de cabrón. Durante las horas que estuvo en el tanatorio exhibiendo su media sonrisa, aparecieron tres mujeres (de distintas edades) reivindicando su estatus de viuda llorosa. Que hijo de puta, me pasé horas intentando que aquello no acabara en batalla campal, mientras él seguía allí resguardado detrás del cristal. Así que cuando sueño con él, creo que es para soltar toda la adrenalina que pueda tener acumulada. No puedo perdonarle. No puedo perdonar que no se quedara un rato más para compartir con nosotros tantas cosas.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Como siempre me dejas perpleja, pasamos de la risa al llanto en un minuto, sigue soñando con él porque eso no te lo van a quitar por nada del mundo. T.Q. compi

elnaveiras dijo...

O_O

No tengo palabros

Gloria dijo...

No hay historias más bonitas ni más duras que las reales, las de la vida.
Cómo entiendo eso de no perdonar precisamente eso...

Anónimo dijo...

justo.
te daba un beso ahora, reina!


oye...por qué no haces algo con todos esos personajes los juntas un cuento una historia una novela yo que sé algo...a mí me gustaría seguir sabiendo de ellos! dale!
mua

Violeta dijo...

Siii... !! me gusta la idea de Isa :)

Esta última me encantó...
...y qué cortas se quedan las palabras ...
..las mías, también, para decírtelo.

Besotes, Queen...

Anónimo dijo...

Por si acaso, aviso que el capullo de mi hermano Chele no forma parte de mis personajes. Él forma parte de mis recuerdos, de mi corazón.

Anónimo dijo...

Recuerdo a tu hermano Chele de cuando te conocí. Tú tenías 15 años y él era todavía un niño. Y aunque después tú y yo no nos vimos mucho, las pocas veces que hablamos siempre me comentabas cosas de su vida y, de alguna manera, le fui sintiendo parte de ti y de lo que de ti siempre he recordado. Cuando me contaste lo de su accidente –no se cuánto tiempo había ya transcurrido- yo no supe bien qué decirte. Sentí tu dolor y también tu fuerza, tu entereza. Y supe, al igual que le había ocurrido a Isabel –recuerdas que también su hermano murió muy joven y de forma repentina -, que ese vacío y ese dolor nunca desaparecerían. Es verdad que no estará siempre en la superficie; pero surge en los sueños, en cualquier momento inesperado al cabo de los años. Porque nuestros recuerdos son tan reales y vívidos como el mundo que tocamos. Porque el pensamiento viene, y borra con sus dedos la realidad, y te lleva a otro lugar, a otro tiempo.
No supe bien qué decirte entonces, y ahora tampoco. Solo enviarte mi cariño y darte un beso.

Anónimo dijo...

Alvaro, porque no me ajuntas. Sabes que no se beber cerveza sin ti. Llámame o algo.

tayler durden dijo...

joder.
imagino todas las consecuencias de la frase
perder a alguien,
mi hermana cumple 24 este 18 de julio, y yo, que seguro que no soy tan fuerte (observo todo lo que has hecho, empezando por ella, y es la leche) no sé lo que haría.
de esas cosas que de verdad no tienes ni idea.
y he visto a mi madre, y bueno, ojalá la distancia nos pillase más cerca, porque creo que necesita animos para su estado, que mi viejo no pisa por casa, me dice, que mi abuela, en fin, todas esas cosas, y yo, mira que soy parlanchín a veces, no sé cómo decirla que no está tan sola. tampoco sé por qué escribo esto aquí. tenía soltar las teclas en algún sitio supongo, y todo lo que has contado...vivió mucho pero muy deprisa, verdad?
un abrazo.

la ruvia dijo...

última en escribir, tal vez.

mamá. le recuerdo todos los días.
miro a la yaya y, desde entonces, sólo se le puede ver a él. y eso, me cago en dios, joder, eso, no nos lo quita nadie.
me jode lo de no visualizarle bien. me joden las fotos que me ayudan y me jode que te haya pasado eso porque no te puedo prometer que NUNCA NUNCA volverá a pasar.
pues sí, forma parte de esto.

le he escrito mil veces (te acuerdas el poema aquel de hace ya más de 10 años...) y vicky cuando se emborracha-ba y sólo sabía llorar, y el tato, y papá... que todos le echamos cojones aquel día.

pero tú más que nadie. no sé cómo eres tan fuerte si yo solo de escribirte esto...mira, estoy llorando... _y tú en el comedor viendo dibujos animados...
joder eres la ostia.

has levantado tu culo (precioso) de la cama TODOS los días, porque nunca te vi de baja... y TODOS los días has levantado también esta familia.

la que intentamos ser.

diego es gilipoyas,
vicky no cambiará en la vida,
la yaya entre unas otras es más mayor de lo que debería,
el tato es un pesado,
papá cambia y nos tenemos que aguantar (me encantaría presentarle a silvia),
y yo.. buagh,
te juro que lo intento
... pero sabes que tenemos a carmen, y a andre (la tenemos)
y te tenemos a ti que has hecho todo esto

y chele, está de puta madre
oliendo a tu abuela,
ligando angelitas,
echando carreras,
partiendose el culo..
y creo que ya no le gustarían mis tetas, que pondría pegas a escandar, que no ganaríamos para bibis de colacao...

mira
siempre me lo dices

así es la vida.
y es preciosa.
no todo el mundo lo sabe,
pero estamos seguras
de que a él siempre le rimó

Gsús Bonilla dijo...

…estos cabrones que se van sin avisar,
te dejan la tristeza de una despedida y
la deuda de un ultimo y calido abrazo,
por qué será que nos sentimos orgullosos de
exhibir las cicatrices de una guerra feliz
como lo son todos los momentos que
vives con ese alguien especial y al
que siempre has querido de un modo
particular.

Por qué será que las heridas siguen ahí y de
cuando en vez y en los cambios de
de estación se hacen notar para que
el olvido brille por su ausencia y
el recuerdo te haga esbozar una sonrisa
como diciendo….qué cabrón…

Queen este texto es tan impresionante
que llega a movilizarme las entrañas y los recuerdos,

llevo varios dándole weltas…qué cabrona.

bsos para nosotros los necesitados de avisos


P.D. chele estará en ese grupo de cabrónes
como loretta, jesús, manuela…y alguno más… que luchaban
en la guerra de la infancia y la alegre juventud….