lunes, 7 de mayo de 2007

Achupé


Sí soy yo y sí es en blanco y negro (sin comentarios).
Últimamente -entre escrito al Juzgado y declaración de la renta- estoy empeñada en terminar unas cosillas que tengo pendientes (de ello tiene la culpa Escandar y José Naveiras) y no puedo descentrar mi ya dolorido cerebro, pero no puedo consentir que critiquéis mi falta de actualización.
A Patty no le gusta que cuente cosas sobre ella, así que os cuento algo sobre mí. Es que son las dos vidas que mejor me sé, lo siento.


En esa foto yo tendría unos seis o siete años y estaba en el patio de la casa de mis abuelos, en un pueblo de Huelva. Allí he pasado muchos veranos de mi infancia, la mayor parte de ellos yo sola, es decir sin mis padres, ni mis hermanos. Para mí estar allí era como estar en el paraíso por muchas razones: por el amor y los mimos de mi abuela a la que aun ahora echo de menos y que murió días antes de nacer Patty ¡cuánto hubiera dado porque se conocieran!; porque no tenía que soportar a mis dos hermanos (luego fueron tres); por el patio en sí, que era como un parque para mi sola, con un pozo del que se podía sacar agua y más agua con la que jugar y que tenía un enorme naranjo/limonero (esto es porque mi abuelo que era un “inventos”, le dio por injertar un limonero en el naranjo de toda la vida y la verdad le salió bien el injerto aunque las naranjas se volvieron amargas y los limones estaban dulces), a la hora de la siesta (en Andalucía no hay mas remedio que entrar en un semicoma a esas horas), yo jugaba a los pies del árbol que de vez en cuanto dejaba caer alguno de sus frutos sobre la cabeza del que estuviera debajo.

Con la visión de las cosas que da los años creo que gran parte de mi felicidad allí era porque estaba sola, jugaba sola, pensaba. Recuerdo a mi abuela preguntándome ¿qué haces?, y yo contestando que estaba pensando, ahora me río. No me recuerdo como una niña solitaria, ni mucho menos triste, tenía muchos amigos, pero me sentía bien estando sola, me gustaba ser autosuficiente hasta en los pensamientos. El rincón del que disponía en mi habitación -compartida con dos hermanos- era una especie de mesilla con tres cajones. Aquel era mi mundo y abrir cada cajón y ver ordenadas todas mis posesiones, mi victoria. Ahora me parece que rozaba lo obsesivo, pero es que no tenía nada más. Era feliz pensando que tenía un bolígrafo de color azul y otro de color rojo. Mi madre dice que siempre me recuerda con un lapicero en la mano.

No sé, tal vez me gustara la soledad porque nunca me gustó mandar, pero tampoco que me mandasen y los juegos infantiles no son más que eso, alguien que mueve una cuerda y alguien que salta a la comba.

8 comentarios:

Gsús Bonilla dijo...

...dicen que lo que se gana en los columpios se pierde en el tobogan...

estoy intentando descifrar esta frase e incluso seguramente haré
un pequeño texto sobre ella...

de momento, tú, queen de la house,
siempre ganaste en los colunpios y creo que nunca subiste a un tobogan...

no sé si x ahí van los disparos pero por si acaso..te abrazo y te beso...

ciao, dama.

d dijo...

Qué bonito Reyes!

No sabía que compartíamos una infancia onubense. Yo viví en Huelva de los 5 a los 12 años, el grueso de mi infancia. ¿qué pueblo es?

Joder. Podría hablar durante horas de Huelva contigo, y de la infancia. Creo que los momentos de inspiración poética tienen muchísimo que ver con esa capacidad de conservar esa forma de EXISTIR que tienen los niños, en los que no se siente el trancurso del tiempo y en el que los espacios se convierten en lugares maravillosos.
Un día tendremos esa larga conversación y te cuento cómo luchaba con las olas del mar y sencillamente vencer era cuestión de vida o muerte; el día que lloré porque había descubierto el infinito que implicaba mi muerte pero antes de la mía probablemente la de mis padres... millones de cosas... todas ellas en Huelva.

Qué bonito Reyes. me ha encantado.

Un besazo,

Dani

Anónimo dijo...

sí, es precioso...

yo me sigo sintiendo como una niña jugando a los pies de un limonero-naranjo muchos días.

gracias por recordármelo.

de verdá precioso.

cuéntanos más!

mua.

Anónimo dijo...

¡eh! que bonito lo cuentas.
Pues tenía que molar eso de la limonada sin azucar añadida.

Anónimo dijo...

Qué bonito, Reyes, me ha hecho recordar mis veranos en la sierra, cogiendo escarabajos y bichos bola, así como un poco asalvajada.

PD: lo que no os ha contado Dani todavía es que él era el más rockabilly de Huelva en sus años mozos...

Gloria dijo...

En la ONg donde trabajo tenemos un lema para los juegos: si te gusta ganar ¿por qué jugar a perder? Procuramos hacer juegos en los que no haya ni ganadores ni perdedores.

Podríamos escribir tantas cosas sobre la infancia... y siempre buenas, sin retoricismo, sólo escribir. Siempre son puro arte, siempre, sin esfuerzo.

Violeta dijo...

...pues sí, ojalá todos pudiésemos /supiésemos rescatar esos recuerdos a los pies de nuestra infancia, reconvertida en naranjo/limonero, en Huelva, en los inviernos con nuestros primos jugando a las cartas tapándonos las rodillas con las faldas de la mesa camilla, o las tardes después del colegio viendo barrio Sésamo..... Suele decirse demasiadas veces, pero nunca pierde su sentido: quien consiga mantener un pedacito de sus años de niñ@ dentro de sí mism@ siempre va a seguir siédnolo. Y eso es bello. Porque es inocencia y es felicidad con un juego sencillo. Y tú que lo cuentas tan preciosamente y nos transladas a nosotros mismos cuando aún nos parecía que lo de "ser mayores" no era para nosotros. Y no nos equivocábamos ;) Hasta mañana, chic@s.

Anónimo dijo...

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Dios/Darwin/elpepusoc/20070510elpepisoc_5/Tes

yo esq flipo, eh?